Hola,
bienvenidos a mi blog mi nombre es
Anacristina Forestier García de Quevedo,
vivo en Mayagüez Puerto Rico. Actualmente
curso mi segundo año en la Universidad Interamericana recinto de San German. Soy estudiante del departamento de biología con
metas de llegar a estudiar medicina y convertirme en una excelente fisiatra. Para que me conozcan mejor mis pasatiempos son;
ayudar a las personas necesitadas, jugar
volleyball, ir al cine, ir a la playa, pasar tiempo con mis familiares y con
mis amistades, he irme de “road trip”.
Este
blog es un requisito como trabajo final para el curso de Proceso Histórico de
Puerto Rico el cual es obligatorio tomarlo como una clase básica para mi currículo.
En él les estaré hablando sobre las industrias textiles en el área oeste de
Puerto Rico. Encontraran información sobre
el desarrollo de las industrias, desde que llegaron al área oeste hasta hoy en día.
Les mostrare como el pasar de los años fue mejorando o decayendo, la industria
en esta área. También podrán leer los detalles positivos como los negativos que
han tenido.
La
industria textil fue creada antes de la
llegada de los norteamericanos, la aguja, entiéndase la manufactura de tejidos
de algodón, ya era una fuente de ingresos para mujeres pobres. La aguja se
convirtió en una industria. Las norteamericanas residentes en la Isla
identificaron el potencial comercial de la producción local y sirvieron de
intermediarias entre las puertorriqueñas dedicadas a la aguja e intereses
económicos en San Juan. Las costureras puertorriqueñas
comenzaron a producir piezas muy delicadas con bordados y encajes hechos a mano
que eran exportadas a tiendas en los Estados Unidos. La calidad del producto y la existencia de un
mercado para este tipo de ropa provocaron un aumento en la demanda y el inicio
de una industria que emplearía a miles de puertorriqueñas. Esta industria se
desarrolló durante la década de 1920, la misma se concentró en Mayagüez y en
municipios cercanos del área oeste.
Esta
industria funcionaba a base de intermediarios. Ellos servían de agentes de las empresas
norteamericanas firmando contratos con los propietarios de los talleres
locales. Las piezas llegaban desde San Juan ya cortadas con los estampados
dibujados. Tales piezas eran
distribuidas entre los talleres y las mujeres que cosían desde su casa. Él era el encargado de distribuir los
materiales y supervisar el trabajo de las costureras, además era quien pagaba
los salarios a los empleados. Las costureras que trabajaban en sus casas no
recibían un salario basado en las horas de trabajo, sino en la cantidad de
piezas producidas. Por lo general, los
salarios eran muy bajos, lo que obligaba a las trabajadoras a producir una gran
cantidad de piezas y a recabar la ayuda de miembros de su familia. En otras palabras, este podía convertirse en
un trabajo familiar que incluía a las niñas de la familia y a familiares
varones. Estas personas trabajaban sin
recibir una compensación, a pesar de que las piezas confeccionadas terminaban
siendo vendidas a altos precios en los Estados Unidos.
El
crecimiento de las exportaciones de la industria de la aguja fue
impresionante. En 1921 el valor de las
exportaciones llegó a poco más de $2 millones, mientras que ocho años más tarde
sobrepasaba los $15 millones. Esta
industria, que llegó a emplear a 49,714 empleadas a domicilio, se convirtió en
la segunda actividad económica de la Isla por debajo sólo de la caña de azúcar.
Tabla(a)
– Valor de las exportaciones de la
industria de la aguja, 1921-1930
|
Año
|
Valor
|
|
1921
|
$2,333,408
|
|
1923
|
$6,201,557
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1925
|
$5,705,472
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|
1927
|
$9,052,340
|
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1929
|
$15,034,364
|
|
1930
|
$13,334,958
|
Fuente: Lydia Milagros González García, Una puntada en el tiempo. La industria de la
aguja en Puerto Rico (1900-1920). Santo
Domingo, CEREP, CIPAF, 1990, p. 80
Según
la enciclopedia de Puerto Rico Fundación Puertorriqueñas de las humanidades
(2014), a mediados de la década de 1960, las industrias cerraron operaciones en
los locales de los centros urbanos y abrieron fábricas en zonas rurales.
Contrataron mujeres jóvenes lo que llevó a una condición de fragilidad a las
empleadas de largo plazo. Estas tuvieron que pagar transportación pública a las
zonas rurales a pocos años de obtener su pensión de retiro, que sumaba $100.00
mensual. Su poca o ninguna escolaridad las llevaba a enfrentar los nuevos
obstáculos, porque entendían que era difícil conseguir un nuevo empleo a su
edad y sin preparación académica. En la década de 1980 cerraron muchas de las
fábricas elaboradoras de ropa para mudar sus operaciones a la República
Dominicana, en busca de salarios más bajos.
En
el caso de los textiles, esta área de la manufactura, junto a la de producción
de ropa, constituía el 19.5 % de todas las firmas manufactureras para 1954. En 1967,
la cifra era de 19.9 %. Indicó el Informe al Gobernador de 1976 que el número
de empleados en el área de textiles alcanzó 8,114 personas para 1970. El
ingreso neto de los empleados fue de $41.4. A comienzos de la década de 1960
comenzó el deterioro de la industria textil y de ropa a consecuencia del
énfasis de Fomento Industrial en la industria pesada y semipesada. El número de
empleos se redujo en 6 años un 69.9 % en el sector textil y un 5.5 % en el
sector de ropa. La proporción que representó el ingreso neto de la industria
textil, comparado con el total del país, en 1969 era de 4.3 %. Esta proporción
se redujo a 2.0 % entre 1975 y 1976. Para 1975 el empleo textil bajó a 6,300
(se perdieron 3,563 empleos) y el ingreso neto subió a $41.5 dólares. El salario
por hora de la industria textil y de ropa registró un cambio de 55.0 % entre el
año 1969 y el 1976. El valor combinado de ambos sectores de la industria se
redujo entre el 1973 y el 1976 en un 42.1 %.
Para
1988, había 24 establecimientos de la industria textil que se redujeron a 22 en
1990 y subieron a 24 en 1992. En 1988, el empleo promedio en el sector textil
fue de 3,171 empleados y en 1992, bajó a 2,221 empleados. En esos años hubo una
reducción de empleos de un 30 %. Una de las recomendaciones del Informe Tobin
ante la decadencia de este sector fue el retraso en las aplicaciones de las
leyes de salario mínimo en la isla. Esta conclusión no reflejaba sino las
consecuencias de una política asumida por la Compañía de Fomento Industrial
desde los inicios de la Operación Manos a la Obra. La diferencia absoluta en
salarios entre Puerto Rico y Estados Unidos tendió a aumentar entre 1950 y
1979. El nivel de salario absoluto, por ser el más bajo, fue el que atrajo a
las industrias, tomando en cuenta que los niveles de productividad fueron
semejantes a los de Estados Unidos. Sin embargo, la dependencia en esta
estrategia no pudo enfrentar los salarios más bajos de otros países.
Según
la enciclopedia (2014) las causas de la
decadencia de la industria textil y de ropa en Puerto Rico están ligadas a los
cambios en la economía estadounidense que encarecieron los costos de
producción, y a los obstáculos que representaba competir con otros países
cuando sus costos de operación, el costo de la materia prima, y los salarios
eran menores. Sin embargo, las industrias no se comprometieron nunca con
aportar un salario justo y con garantizar el empleo. Trabajaron diferentes
estrategias para poder conseguir salarios más bajos, deshacerse del compromiso
con las empleadas de largo plazo, reducir las horas de trabajo y, a la vez,
encargar al Gobierno a la aportación de subsidios. Su objetivo principal es
mantener unos enormes márgenes de ganancia a costa de la sobreexplotación. Lo
cual motivó a las mismas empresas a buscar las riquezas donde pudiesen ofrecer
lo mínimo. Le podemos sumar el hecho de que las industrias de textiles y ropa
de Estados Unidos cabildearon en el Congreso para que se aumentara el salario
de los obreros puertorriqueños en las industrias del mismo sector en Puerto
Rico porque sabían que al hacerlo estas saldrían de la isla.
Como
dato curioso en el año 2013, según el periódico el Nuevo Día, el gobernador Alejandro
García Padilla ordeno que todas las compras de uniformes y productos textiles
en el gobierno será a través del programa textil de la industria Puertorriqueña,
esto en busca de fomentar la industria textil local. Esto también ayudaría a la
economía de Puerto Rico y a crear más empleos.
Para
concluir la industria textil hizo historia aquí en Puerto Rico en ser la
primera industria en llegar a Puerto Rico. Esta fue la industria que ayudo a la
mujer puertorriqueña a poder superarse y también les abrió las puertas en el mundo
laborar. Su llegada ayudo a la economía de Puerto Rico creando nuevos empleos
he inyectado a la misma. Espero que
le haya gustado mi blog.
Bibliography
Aguilú, A. C. (2014). La etapa de la industria
liviana (1948- 1965): las industrias de ropa, textiles y productos enlatados
. Enciclopedia de Puerto Rico.
Empresa textil crea 2200 empleos. (2013, septiembre
19). El Nuevo Dia.
Gobierno Ordena comprar productos textiles hechos en
Puerto Rico. (2013, noviembre 20). El Nuevo Dia.


