lunes, 16 de mayo de 2016

Hola, bienvenidos  a mi blog mi nombre es Anacristina Forestier  García de Quevedo, vivo en Mayagüez  Puerto Rico. Actualmente curso mi segundo año en la Universidad Interamericana recinto de San German.  Soy  estudiante del departamento de biología con metas de llegar a estudiar medicina y convertirme en  una excelente fisiatra.  Para que me conozcan mejor mis pasatiempos son;  ayudar a las personas necesitadas, jugar volleyball, ir al cine, ir a la playa, pasar tiempo con mis familiares y con mis amistades,  he irme de “road trip”.


Este blog es un requisito como trabajo final para el curso de Proceso Histórico de Puerto Rico el cual es obligatorio tomarlo como una clase básica para mi currículo. En él les estaré hablando sobre las industrias textiles en el área oeste de Puerto Rico.  Encontraran información sobre el desarrollo de las industrias, desde que llegaron al área oeste hasta hoy en día. Les mostrare como el pasar de los años fue mejorando o decayendo, la industria en esta área. También podrán leer los detalles positivos como los negativos que han tenido.

La industria  textil fue creada antes de la llegada de los norteamericanos, la aguja, entiéndase la manufactura de tejidos de algodón, ya era una fuente de ingresos para mujeres pobres. La aguja se convirtió en una industria. Las norteamericanas residentes en la Isla identificaron el potencial comercial de la producción local y sirvieron de intermediarias entre las puertorriqueñas dedicadas a la aguja e intereses económicos en San Juan.  Las costureras puertorriqueñas comenzaron a producir piezas muy delicadas con bordados y encajes hechos a mano que eran exportadas a tiendas en los Estados Unidos.  La calidad del producto y la existencia de un mercado para este tipo de ropa provocaron un aumento en la demanda y el inicio de una industria que emplearía a miles de puertorriqueñas. Esta industria se desarrolló durante la década de 1920, la misma se concentró en Mayagüez y en municipios cercanos del área oeste.



Esta industria funcionaba a base de intermediarios. Ellos servían de agentes de las empresas norteamericanas firmando contratos con los propietarios de los talleres locales. Las piezas llegaban desde San Juan ya cortadas con los estampados dibujados.  Tales piezas eran distribuidas entre los talleres y las mujeres que cosían desde su casa.  Él era el encargado de distribuir los materiales y supervisar el trabajo de las costureras, además era quien pagaba los salarios a los empleados. Las costureras que trabajaban en sus casas no recibían un salario basado en las horas de trabajo, sino en la cantidad de piezas producidas.  Por lo general, los salarios eran muy bajos, lo que obligaba a las trabajadoras a producir una gran cantidad de piezas y a recabar la ayuda de miembros de su familia.  En otras palabras, este podía convertirse en un trabajo familiar que incluía a las niñas de la familia y a familiares varones.  Estas personas trabajaban sin recibir una compensación, a pesar de que las piezas confeccionadas terminaban siendo vendidas a altos precios en los Estados Unidos.

El crecimiento de las exportaciones de la industria de la aguja fue impresionante.  En 1921 el valor de las exportaciones llegó a poco más de $2 millones, mientras que ocho años más tarde sobrepasaba los $15 millones.  Esta industria, que llegó a emplear a 49,714 empleadas a domicilio, se convirtió en la segunda actividad económica de la Isla por debajo sólo de la caña de azúcar.

Tabla(a)  – Valor de las exportaciones de la industria de la aguja, 1921-1930
Año
Valor
1921
$2,333,408
1923
$6,201,557
1925
$5,705,472
1927
$9,052,340
1929
$15,034,364
1930
$13,334,958
Fuente: Lydia Milagros González García,  Una puntada en el tiempo. La industria de la aguja en Puerto Rico (1900-1920).  Santo Domingo, CEREP,  CIPAF, 1990, p. 80

Según la enciclopedia de Puerto Rico Fundación Puertorriqueñas de las humanidades (2014), a mediados de la década de 1960, las industrias cerraron operaciones en los locales de los centros urbanos y abrieron fábricas en zonas rurales. Contrataron mujeres jóvenes lo que llevó a una condición de fragilidad a las empleadas de largo plazo. Estas tuvieron que pagar transportación pública a las zonas rurales a pocos años de obtener su pensión de retiro, que sumaba $100.00 mensual. Su poca o ninguna escolaridad las llevaba a enfrentar los nuevos obstáculos, porque entendían que era difícil conseguir un nuevo empleo a su edad y sin preparación académica. En la década de 1980 cerraron muchas de las fábricas elaboradoras de ropa para mudar sus operaciones a la República Dominicana, en busca de salarios más bajos.


En el caso de los textiles, esta área de la manufactura, junto a la de producción de ropa, constituía el 19.5 % de todas las firmas manufactureras para 1954. En 1967, la cifra era de 19.9 %. Indicó el Informe al Gobernador de 1976 que el número de empleados en el área de textiles alcanzó 8,114 personas para 1970. El ingreso neto de los empleados fue de $41.4. A comienzos de la década de 1960 comenzó el deterioro de la industria textil y de ropa a consecuencia del énfasis de Fomento Industrial en la industria pesada y semipesada. El número de empleos se redujo en 6 años un 69.9 % en el sector textil y un 5.5 % en el sector de ropa. La proporción que representó el ingreso neto de la industria textil, comparado con el total del país, en 1969 era de 4.3 %. Esta proporción se redujo a 2.0 % entre 1975 y 1976. Para 1975 el empleo textil bajó a 6,300 (se perdieron 3,563 empleos) y el ingreso neto subió a $41.5 dólares. El salario por hora de la industria textil y de ropa registró un cambio de 55.0 % entre el año 1969 y el 1976. El valor combinado de ambos sectores de la industria se redujo entre el 1973 y el 1976 en un 42.1 %.

Para 1988, había 24 establecimientos de la industria textil que se redujeron a 22 en 1990 y subieron a 24 en 1992. En 1988, el empleo promedio en el sector textil fue de 3,171 empleados y en 1992, bajó a 2,221 empleados. En esos años hubo una reducción de empleos de un 30 %. Una de las recomendaciones del Informe Tobin ante la decadencia de este sector fue el retraso en las aplicaciones de las leyes de salario mínimo en la isla. Esta conclusión no reflejaba sino las consecuencias de una política asumida por la Compañía de Fomento Industrial desde los inicios de la Operación Manos a la Obra. La diferencia absoluta en salarios entre Puerto Rico y Estados Unidos tendió a aumentar entre 1950 y 1979. El nivel de salario absoluto, por ser el más bajo, fue el que atrajo a las industrias, tomando en cuenta que los niveles de productividad fueron semejantes a los de Estados Unidos. Sin embargo, la dependencia en esta estrategia no pudo enfrentar los salarios más bajos de otros países.


En el 2013 se celebró la reapertura de la fábrica Wilson Salem Industries for de Blind en Mayagüez. Esta fábrica como son dice el su nombre se emplean personas no videntes. Alrededor de 110 personas llegaron a trabajar a dicha fábrica luego de la reapertura. Como también a finales de este año en Cabo Rojo se le otorgo un contrato a la empresa Propper International para manufacturar las mochilas militares en Puerto Rico creando alrededor de 2,200 empleos en dicha empresa.



Según la enciclopedia (2014)  las causas de la decadencia de la industria textil y de ropa en Puerto Rico están ligadas a los cambios en la economía estadounidense que encarecieron los costos de producción, y a los obstáculos que representaba competir con otros países cuando sus costos de operación, el costo de la materia prima, y los salarios eran menores. Sin embargo, las industrias no se comprometieron nunca con aportar un salario justo y con garantizar el empleo. Trabajaron diferentes estrategias para poder conseguir salarios más bajos, deshacerse del compromiso con las empleadas de largo plazo, reducir las horas de trabajo y, a la vez, encargar al Gobierno a la aportación de subsidios. Su objetivo principal es mantener unos enormes márgenes de ganancia a costa de la sobreexplotación. Lo cual motivó a las mismas empresas a buscar las riquezas donde pudiesen ofrecer lo mínimo. Le podemos sumar el hecho de que las industrias de textiles y ropa de Estados Unidos cabildearon en el Congreso para que se aumentara el salario de los obreros puertorriqueños en las industrias del mismo sector en Puerto Rico porque sabían que al hacerlo estas saldrían de la isla.


Como dato curioso en el año 2013, según el periódico el Nuevo Día, el gobernador Alejandro García Padilla ordeno que todas las compras de uniformes y productos textiles en el gobierno será a través del programa textil de la industria Puertorriqueña, esto en busca de fomentar la industria textil local. Esto también ayudaría a la economía de Puerto Rico y a crear más empleos.



Para concluir la industria textil hizo historia aquí en Puerto Rico en ser la primera industria en llegar a Puerto Rico. Esta fue la industria que ayudo a la mujer puertorriqueña a poder superarse y  también les abrió las puertas en el mundo laborar. Su llegada ayudo a la economía de Puerto Rico creando nuevos empleos he inyectado a la misma.  Espero que le haya gustado mi blog.

Bibliography

Aguilú, A. C. (2014). La etapa de la industria liviana (1948- 1965): las industrias de ropa, textiles y productos enlatados . Enciclopedia de Puerto Rico.
Empresa textil crea 2200 empleos. (2013, septiembre 19). El Nuevo Dia.
Gobierno Ordena comprar productos textiles hechos en Puerto Rico. (2013, noviembre 20). El Nuevo Dia.